Parroquias de La Purísima Concepción (Alcadozo) y de Santiago Apóstol (Lietor) Albacete
EL EVANGELIO DEL DIA 18 DE DICIEMBRE
MARTES
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María,
su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba
un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería
denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta
resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José,
hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la
criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás
por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había
dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrá por nombre Enmanuel, que
significa «Dios-con-nosotros»». Cuando José se despertó, hizo lo que le había
mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
Mateo 1, 18-24
COMENTARIO
El
evangelio de Mateo está lleno de citas y referencias al Antiguo Testamento. Los
destinatarios
de Mateo eran casi todos de procedencia judía. Mediante este recurso literario,
entendieron que en la persona de Jesús se habían cumplido las promesas que Dios
había hecho desde los tiempos antiguos.
En
el texto que leemos hoy aparece la primera cita del Antiguo Testamento. Esta
cita intenta mostrarnos el significado global de la persona de Jesús:
«Enmanuel», expresión hebrea que significa «Dios-está-con-nosotros»
El
evangelio cita directamente una profecía del profeta Isaías: «Mirad: una virgen
concebirá y dará a luz un hijo y le
pondrá por nombre Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros». La
concepción virginal de Jesús de Nazareth es relacionada con el anuncio del
nacimiento de «Enmanuel», un niño que fue un signo de Dios para la salvación
del pueblo.
Mateo
(1,21-23) citando el texto griego del Antiguo Testamento, nos comunica la
convicción que tenían los primeros cristianos de que la concepción y el
nacimiento de Jesús fueron extraordinarios, como convenía al Mesías esperado,
al salvador del mundo, al Hijo de Dios. Quienes conocieron a Jesús le llamaron
con el nombre de «Yehoshuá». Se trata de un nombre compuesto por dos conceptos:
Dios + Salvación (Yahvé+Oseas = Yehoshuá), que significa “Dios es salvación”.
Pero
el evangelio de Mateo le añade también un sobrenombre que complete el
significado de su vida, persona y misión: «Enmanuel». La partícula «el» es la
forma breve de «Elohim»; uno de los nombres que en hebreo se aplican a Dios.
Enmanu-el significa «Dios-con-nosotros». Más que un nombre propio, se trata de
la primera definición que Mateo nos da sobre el sentido de la vida y persona de
Jesús de Nazareth.
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EL EVANGELIO DEL 11 DE DICIEMBRE
MARTES
Dijo Jesús a sus discípulos:
«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien
ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en
busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella
que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre
del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños».
Mateo 18, 12-14
COMENTARIO
El evangelio de hoy forma parte de las reflexiones que
los primeros cristianos se hicieron sobre la Iglesia y sobre el perdón a los
hermanos.
La imagen del pastor y el rebaño es clásica en toda la
Biblia. Mediante esta imagen se expresó la misión de Abraham, de Moisés, del
rey David... Los grandes personajes del pueblo de Israel habían sido pastores.
El libro del profeta Ezequiel da un paso más: indica que
Yahvé en persona será el pastor de su pueblo al final de los tiempos. Este Buen
Pastor (Yahvé) realizará múltiples acciones positivas para liberar al pueblo
que sufre: Buscar, llevar sobre los hombros, alimentar, liberar, defender de
los peligros, apacentar, sostener, vendar a las heridas, buscar a la oveja
persida, cuidar a los corderos...
Mateo utiliza esta imagen para definir cómo tienen que
ser las relaciones en el seno de la Iglesia, es decir, entre los miembros de la
comunidad cristiana. Los primeros cristianos tuvieron muy claro que no se puede
abandonar a alguien por el hecho de que sólo sea “uno” o por el hecho de ser
“pequeño”. Al narrar la parábola, Mateo pensaba en la responsabilidad de los
dirigentes de las Iglesias. Los responsables de las comunidades cristianas del
siglo I deben actuar a imagen del Buen Pastor, cuidando con solicitud de todos
aquellos que les han sido encomendados.
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LA INMACULADA CONCEPCIÓN
María inmaculada: Pío IX (8 de diciembre de
1854)
Afirmar que María fue concebida sin pecado original equivale no
sólo a afirmar que el pecado no forma parte de nuestra humanidad tal como ha
sido creada por Dios (i.e. se puede ser plenamente humano sin tener nada que
ver con el pecado y este es el caso de María y de Jesús), sino que Dios sigue
garantizando – a pesar de todos los horrores de la historia pasados y
presentes, a pesar de la opacidad de tantas situaciones de injusticia – que
todos sin excepción podemos llegar un día a vivir sin pecado, a ser plenamente
humanos, plenamente divinos. El pecado nunca es fruto de la libertad sino
únicamente del miedo a la libertad, del miedo a amar como Dios ama. Por eso no
sólo se puede ser plenamente humano sin pecado, sino que la ausencia de pecado
(la ausencia de miedo) es la condición de posibilidad de esta plenitud, es el
horizonte hacia el que avanzamos. La vida sin pecado de María y de Jesús es una
anticipación escatológica en la historia de lo que nos será posible a todos con
la gracia de Dios, esto es, nuestra plena divinización que es lo mismo que
nuestra plena humanización.
Así pues, ¿la dificultad de ver en María un modelo de humanidad
plena no tiene ningún fundamento, ha surgido de la nada? No. No creo que haya
surgido de la nada, pero es muy importante precisar que la dificultad no nace
de la ausencia de pecado de María (si así fuera, deberíamos tener la misma
dificultad con Jesús y entonces la redención misma – que se basa en la plena
humanidad de Jesús – quedaría vacía de contenido), sino de la ausencia de
tentación. El problema es pensar que María no tuvo ‘tentación’. Y eso no lo
dice ningún dogma. María, como Jesús, tuvo tentaciones. María, como Jesús y
como nosotros, tuvo que decidir en cada momento concreto del espacio y el
tiempo de su existencia qué cosa es amar. Que María naciera sin pecado original
no implica que no pudiera pecar. Podía. Como Jesús, que también podía (cf. el
evangelio de las tentaciones; Mc 1, 13 y paralelos).
La respuesta libre y responsable de María hizo posible el
advenimiento de Dios en la historia sin el cual no habría habido Redención.
Dios no nos podía haber salvado sin el ‘Sí’ libre de María. Es en este sentido
que Juan Pablo II proclamó María Co-redemptora. La dinámica de la
co-redempción, al igual que la de la co-creación, es única en María pero no es
exclusiva de ella sino que se hace extensiva a todos nosotros. También en
nosotros es verdad que la redención no puede llevarse a cabo sin nuestro ‘Sí’
libre y responsable. El mensaje de Dios es claro y fue bellamente expresado por
san Agustín: Dios nos ha creado sin nosotros, pero no nos puede salvar sin
nosotros. Esta es nuestra dignidad. La dignidad que corresponde a
nuestro ser imagen de Dios, a nuestra libertad. Tanto para la co-creación como
para la co-redención es María ‘lugar teológico’ en su humanidad realizada que
da a luz a la Luz.
No hay ningún dogma que diga que María no fue tentada. La historicidad
plena y total de Jesús es la misma que tiene María, a quien el viejo Simeón
anuncia que una espada le atravesará el alma (la psiqué). El dolor que sufre
María al pie de la cruz y que la tradición artística ha convertido en uno de
los principales arquetipos del dolor humano, es auténtico de igual manera como
es auténtico el dolor de Jesús en Getsemaní. Los caminos de Dios no son los
nuestros. María, como Jesús, no lo entiende todo, no anda mágicamente protegida
de la duda ni de la angustia y debe decidir por sí misma qué es amar en cada
momento, también al pie de la cruz, cuando el amor parece irremediablemente
vencido.
Al inicio del evangelio de Lucas encontramos un díptico que
establece un paralelo y a la vez un contraste entre la escena del anuncio del
ángel a Zacarías y a María. En ambos casos, el mensaje de parte de Dios parece
imposible de realizar ya que objetivamente no se dan las condiciones
necesarias. Tanto Zacarías como María expresan su perplejidad: Zacarías dice
que a su mujer Isabel hace años que le ha pasado la edad de concebir y María
dice que no conoce varón. Y, a pesar del estricto paralelo de la reacción de
Zacarías y de María, Zacarías es castigado y se queda mudo, sin poder proclamar
la Palabra de Dios ni hablar de lo que le ha sido revelado, y María en cambio
es honrada y parte al instante llena de gozo a cantar por las montañas el
anuncio del ángel. ¿Qué ha pasado? La diferencia entre Zacarías y María no es
que Zacarías duda y María no, no es que Zacarías piensa y razona con la lógica
y María no, no es que Zacarías tiene criterio propio y María no. La diferencia
implícita en el relato es que Zacarías absolutiza el propio horizonte de
comprensión y María no. María, al igual que Zacarías, expresa su objeción, pero
a continuación, a diferencia de él, da testimonio con su fiat de la confianza
radical que es condición sine qua non de nuestra relación con Dios. Vivir de
fe, como María y como Jesús, implica estar dispuesto a comprometerse por amor
más allá de la propia capacidad de comprensión, y esta actitud basa su
razonabilidad en el hecho de haber experimentado previamente que el propio
horizonte de comprensión tiene límites que no se corresponden con la realidad
objetiva.
El punto decisivo de la inmaculada
concepción de María para el cristianismo del futuro es que cualquier persona es
totalmente redimible porque su pecado no pertenece a su esencia y porque lo
único que Dios le pide es un acto de confianza que está siempre a su alcance.
Teresa Forcades
EL EVANGELIO DEL 7 DE SEPTIEMBRE
VIERNES
Cuando se marchó de allí, al pasar lo siguieron dos
ciegos pidiéndole a gritos: «Ten
compasión de
nosotros, Hijo de David»
Al llegar a la casa, se le acercaron los ciegos; Jesús
les preguntó: «¿Tenéis fe en que
puedo hacer
eso?»
Contestaron:
«Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos
diciendo: «Que se os cumpla según la fe que tenéis» Y se les abrieron los ojos. Jesús les avisó muy en
serio: «Mirad que nadie se entere».
Pero cuando
salieron hablaron de él por toda aquella comarca.
Mateo 9, 27-31
COMENTARIO
Los protagonistas del texto son dos ciegos que se
acercan a Jesús en busca de salvación. Están convencidos que Jesús puede
sacarlos de sus tinieblas. El evangelista aprovecha esta historia de Jesús para
ofrecer una enseñanza sobre el camino que debe seguir los discípulos.
El hecho de que los dos ciegos aclamen a Jesús como
«Hijo de David» significa que no conocen su verdadera realidad. Llamarle «Hijo
de David» es entender a Jesús como un Mesías político y nacionalista, al estilo
del rey David que dirigió los ejércitos de Israel en luchas constantes hasta
conseguir ensanchar sus fronteras. Proclamar a alguien como «Hijo de David»
suponía un peligro en tiempos de Jesús porque la ciudad de Jerusalén estaba
dominada en lo social y en lo político por el Sumo Sacerdote, y la clase
sacerdotal era tradicionalmente antagonista a los reyes de Israel.
Aquellos dos invidentes son «ciegos» porque consideran a
Jesús como a un Mesías político... Jesús, a pesar de ello, les atiende en su
ruego.
«La casa» en la que Jesús acoge a los ciegos es la casa
de la suegra de Pedro, situada en la ciudad de Cafarnaún. Jesús hizo de esta
casa un lugar para la acogida, la oración, la enseñanza a sus discípulos... En
el texto de hoy «la casa» es símbolo de la comunidad cristiana, que debe ser el
lugar donde se acerquen con confianza los necesitados.
Ante la fe de los ciegos, Jesús toca sus ojos y
pronuncia una frase en todo semejante a la que dijo al centurión («Que se
cumpla según vuestra fe»).Dar vista a los ciegos era uno de los signos de la
salvación definitiva, anunciada por los profetas. Las tinieblas se desvanecen
ante la revelación de Dios. «Abrir los ojos a los ciegos» representa, por
tanto, sacarlos de la esclavitud y ponerlos en el camino de una vida en
plenitud. El texto ofrece una enseñanza a los cristianos de las primeras
comunidades: La fe es un camino progresivo. Primeramente existe un acercamiento
a Jesús, a veces imperfecto... Poco a poco se nos van abriendo los ojos para
conocer el verdadero rostro de Jesús.
El cristiano anuncia la fe en Cristo de forma flexible y
gradual.
EL EVANGELIO DEL 6 DE DICIEMBRE
JUEVES
Dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
«No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica
se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa
sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se
hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías
y no las pone en práctica se parece
a aquel hombre
necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la
casa, y se hundió totalmente».
Mateo 7, 24-27
COMENTARIO
«La roca» era una imagen muy interesante para las
personas del país de la Biblia: Permitía orientarse en el
desierto, defenderse sobre ella de los animales salvajes y de los perseguidores. A su sombra una persona se
resguardaba del castigo del sol, e incluso podría encontrar agua
entre sus grietas. Muchas ciudades, entre ellas Jerusalén, fueron construidas
sobre formaciones rocosas. Pero la «Roca Firme» es Yahvé. Dios es la Roca que no cede nunca, sobre la cual se puede estar
seguro.
El texto de
hoy nos invita a construir la Navidad sobre los valores de la fe; aquellos que
permanecen a través del tiempo. La Navidad
que se nos ofrece desde los medios de comunicación se sustenta sobre arenas inconsistentes del consumo y la alegría vacía. El
Evangelio de hoy es una invitación a
centrarnos en el
Señor.
El cristiano trabaja en sus distintas tareas por una
serie de valores que ayudan a construir una sociedad
sólida, sustentada en aquellas convicciones que dan densidad a la vida. La
Navidad puede ser un excelente tiempo
para subrayar algunos valores que contribuyen al crecimiento humano y cristiano. Pero una Navidad de consumo también puede convertirse
en tiempo vacío que en nada contribuye a sustentar la vida
en convicciones firmes.
EL EVANGELIO DEL 5 DE DICIEMBRE
MIÉRCOLES
EVANGELIO
Pasando junto al lago de Galilea
Jesús vio a dos hermanos: a Simón al que llaman Pedro y a Andrés, que estaban
echando una red en el lago, pues eran pescadores.
Les dijo:
-Venid conmigo y os haré pescadores
de hombres.
Inmdiatamente dejaron las redes y
le siguieron.
Pasando adelante vio a otros dos
hermanos: A Santiago y a Juan, hijos del Zebedeo, que estaban en la barca
repasando sus redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó. Inmediatamente
dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Mt 4,18-22
COMENTARIO
El
evangelio de hoy narra la llamada de los primeros discípulos según la versión
de Mateo. El escenario del relato es la ribera del lago de Galilea, también
llamado lago de Tiberíades o de
Genesaret. Tiene 21 kilómetros de largo y 11 km. en su parte más ancha. La
superficie del agua está a más de 200 metros
bajo el nivel del mar Mediterráneo. El caudal
del agua procede del río Jordán y de algunos manantiales que nacen en sus
orillas. En sus riberas había abundante pesca,
aunque escasa variedad de peces. Existía una floreciente industria de salazón
de pescados.
No
resulta difícil imaginarse a Jesús paseando por este hermoso lugar y observando
a los pescadores en sus faenas
ordinarias. Aquí vio a dos hermanos (Simón y Andrés) y los invitó a seguirlo. La acción de Jesús comienza por
la mirada y prosigue con la palabra.
Cuando
el evangelio subraya las palabras «pesca» y «pescadores», no sólo está describiendo
la realidad histórica en la que vivieron los primeros apóstoles, sino que está
también recordando textos del profeta Ezequiel.
Este profeta describe la nueva creación de Dios, como un gran caudal de agua
pura, limpia y llena de multitud de peces que
serán pescados por pescadores que echarán sus redes en esas aguas. (Ezequiel
47, 10-11)
Del apóstol Andrés se nos dice en el
evangelio que era hermano de Pedro. Su nombre no es hebreo, sino
griego, cosa habitual en Galilea, si tenemos en cuenta que en aquella región
convivían ciudades de cultura judía con otras eminentemente griegas. Andrés
es una persona en constante proceso de búsqueda. Comenzó siendo discípulo de
Juan Bautista. Se entusiasmó con el proyecto de este profeta que enseñaba a
cambiar la propia vida para cambiar la situación del pueblo de Israel.
Siguiendo las orientaciones de Juan Bautista se acercó a Jesús
y comenzó a seguirle. El cristiano se siente llamado por Jesús para
anunciar su salvación; una salvación que no sólo se dice de palabra,
sino que se concreta en acciones diarias.
EL EVANGELIO DEL 4 DE DICIEMBRE
MARTES
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,21-24):
En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.»
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.»
En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.»
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.»
COMENTARIO
El evangelio de hoy presenta a un Jesús entusiasmado,
contento y agradecido a Dios Padre...
Algunos autores denominan a este texto: el “Magníficat de Jesús”.¿Por qué está
Jesús contento y lleno de alegría? Jesús
ha enviado a setenta y dos discípulos a anunciar el Reino de Dios, a curar a
los enfermos, a devolver la
alegría a los tristes, a llenar a los pobres de esperanza... Los setenta
y dos discípulos, que en su mayoría son sencillos pescadores del Mar de Galilea, regresan contentos y entusiasmados de
lo bien que les ha ido... Es entonces cuando
Jesús se anima al ver que sus discípulos son capaces de anunciar el Reino a la gente pobre y sencilla. Esta gente sencilla
llevaba una vida de sufrimientos económicos y morales. Por eso anhelaban la
llegada de un Mesías que les ofreciera un nuevo estilo de vida.
La sociedad judía, -dominada por la clase sacerdotal y
por los fariseos-, quitaba todo protagonismo
a los pobres (gente humilde del campo que desconocía la ley de Dios), los anulaba para convertirlos en vasallos
pasivos. La opresión que causaban los
impuestos romanos sobre el pueblo campesino, (cobrados por una legión de
recaudadores al servicio del Sumo Sacerdote de Jerusalén o al servicio del reyezuelo Herodes Antipas en la
región de Galilea), se veía agravada por la
opresión moral que generaban los fariseos y escribas sobre la conciencia de
estos pobres.
La vida
de los humildes campesinos tropezaba con la opresión económica (tributaban más
del 60% de sus cosechas a los romanos)
y con el cumplimiento de los más de 600 mandamientos religiosos que habían establecido los fariseos.
Jesús constata que su mensaje genera entusiasmo en los
pobres, y que es una liberación para ellos. A
medida transcurren los años de nuestra vida, solemos tener un déficit de
alegría y optimismo. Para
muchas personas,
alcanzar la edad adulta supone perder las expectativas positivas y sumergirse
en un desánimo constante y
continuado.
Hay quienes intentan justificar su amargura personal
queriendo ver maldad, intereses creados, hipocresía y apatía... a su alrededor.
Para ellos y ellas no hay posibilidad de cambio ni de mejora. Y cuando atisban que algo puede cambiar a mejor, centran
todo su interés en cercenar las expectativas positivas que comienzan a crecer.
Desánimo o frustración no son actitudes cristianas. Es
necesario que tengamos la mirada profunda de
Jesús para descubrir cómo el Reino de Dios se abre paso. El Adviento es tiempo
para alimentar nuestra esperanza, alegría y
deseo de seguir comprometidos con la causa de Jesús.
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