Dijo Jesús a sus discípulos: “Como sucedió en los días de Noé,
así será también en los días del Hijo del Hombre: comían, bebían y se casaban,
hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con
todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían,
sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y
azufre del cielo y acabó con todos.
Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del Hombre. Aquel
día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas;
si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que
pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará.
Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo
llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán
y a la otra la dejarán”. Ellos le preguntaron: “¿Dónde, Señor?” Él contestó: “Donde
se reúnen los buitres, allí está el cadáver”.
Lucas 17, 26-37
COMENTARIO
El texto que leemos hoy forma parte de un género literario, o
forma de escribir, denominado «Apocalíptico». ‘Apocalipsis’ significa revelar;
es decir, quitar el velo que oculta el misterio. Fue un tipo de literatura
religiosa extendida también en tiempos de Jesús.Esta literatura pretende
mostrar lo que sucederá en el futuro, cuando Dios se haga presente en el mundo.
Estuvo muy en boga en tiempos de Jesús. Jesús, -hijo cultural de su época-,
también utilizó este lenguaje para expresarse.
Para comprender el texto de hoy también hemos de tener en cuenta
la situación cultural de algunas comunidades cristianas que se hallaban bajo la
influencia de la «gnosis». La «gnosis» era una corriente espiritual propia de
la cuenca del Mediterráneo que afirmaba que para adquirir la salvación basta
con conocer los misterios ocultos. No es preciso el compromiso histórico que
transforma la realidad social.
Utilizando el lenguaje de tipo apocalíptico, Jesús quiere
transmitir un mensaje urgente: Ante el Hijo del Hombre que llega, es preciso
despertarse y tomar partido. La referencia a los días de Noé y de Lot
constituye una advertencia contra la dejadez de «esta generación». El diluvio
acabó con todos, excepto con Noé y su familia. El fuego y el azufre arrasaron
Sodoma. Sólo se libraron Lot y su familia. Por eso es preciso no dormirse y
estar alerta.
Hoy vivimos también una situación similar a la que vivieron
aquellas primeras comunidades. Existen tendencias que nos invitan a considerar
la fe como algo privado y sin mordiente social: una experiencia interior.
Frente al desafío de una religiosidad sin contornos, vaporosa y desencarnada,
cobra actualidad el mensaje del evangelio.
La llamada a la vigilancia y a las opciones claras es también
una llamada actual. En nuestra sociedad europea se ha difundido un cristianismo
«a la carta», intimista y cerrado en espiritualismos que no molestan a las
estructuras injustas de esta sociedad de consumo, producción y libre mercado.
Cada uno se confecciona su propio menú religioso según sus preferencias... pero
sin molestar; sin alzar la voz al estilo de los profetas.
Crecer en la fe engloba cuatro actitudes fundamentales: Conocer
la fe, celebrar y orar, reforzar la comunión y transformar la realidad desde los
valores del evangelio. Vivir la fe no sólo es sentir y conocer, sino también
vivir y trabajar por el Reino de Dios.