En la parábola que leemos hoy,
ocupa un lugar importante la figura de un "hijo". El padre es un rey
que quiere celebrar adecuadamente el banquete de las bodas de su hijo. Habiendo
ya notificado previamente a los invitados, envía sirvientes a concretar la invitación.
La negativa de acudir es total por parte de aquellos, si bien la reacción es
más o menos virulenta. La simple negativa de algunos (v.3) se convierte en
desprecio que lleva a ocuparse de otras tareas o en furia homicida que maltrata
y asesina a los enviados (v.6).
La decisión que afecta a todos es
el juicio que pronuncia el rey sobre los convidados: "no se la
merecían" (v.8). Detrás de esta constatación se encuentra la tristeza del
rechazo de Jesús por parte de los dirigentes religiosos del pueblo elegido.
Pero el rechazo fundamenta otra decisión: la salida de los sirvientes "a
las calles". La invitación no tiene límites de nacionalidad, raza ni de
comportamiento ético como se muestra en que entre los reunidos se encuentran
"malos y buenos".
De esta forma se afirma la
invitación universal a la salvación del mensaje de Jesús que supera los límites
de todo particularismo. El v. 11 invita a los lectores un cambio de
perspectivas. Del conflicto con los dirigentes fariseos, se pasa al marco
interno de la comunidad. Se trata de lo que acontece en la sala del banquete. Y
se dirige la atención a los comportamientos de los integrantes de la comunidad
de discípulos de Jesús.
En la sala del banquete "hay
más llamados que escogidos". Este dato es una llamada urgente a una vida
en coherencia con la llamada recibida. Por consiguiente no debe entenderse en
sentido del núme- ro de los que son dignos de participar en el banquete, sino
de una interpelación personal ya que la llamada es universal pero su
concreción, que determina quienes son los elegidos, depende de una decisión
personal.
Para ello se presenta al rey
entrando en la sala del banquete. Su intención es la de "echar un vistazo
a los invitados" , es decir, un discernimiento sobre el estado de cada uno
de ellos. Hay, por consiguiente, un verdadero juicio sobre los participantes.
El descubrimiento de alguien "sin traje de fiesta", motiva una
pregunta sobre ese punto. La culpabili- dad es manifiesta ya que el interrogado
no "despegó los labios". La orden subsiguiente es instantánea:
"Arrojadlo fuera, a las tinieblas".
La exclusión del individuo sirve como advertencia a cada miembro comunitario
sobre la coherencia de su actuación, sobre el "traje de fiesta" que
es necesario llevar para permanecer en el banquete.