La parábola de «los
dos mayordomos» es poco conocida. Es la primera de una serie de parábolas que
urge a los primeros cristianos a estar preparados y vigilantes.
Las tres parábolas
tienen el mismo esquema:
a) el señor de la
casa (o el novio) está ausente, pero su regreso es cierto;
b) su retraso da
lugar a diversas actitudes;
c) al final llega y
juzga los diversos comportamientos.
Las tres parábolas
son muy conocidas: Parábolas de las diez vírgenes; parábola de los talentos;
parábola del juicio final.
La parábola que
leemos hoy presenta el comportamiento de dos mayordomos a quienes su señor ha
dejado el gobierno de su casa: el fiel y sensato, que no descuida sus
obligaciones; y el malvado, que, confiado en el retraso de su señor, comienza a
aprovecharse de su posición, olvidando la tarea que le ha sido encomendada. La
recompensa que les aguarda depende de su comportamiento. El que obra con
responsabilidad durante la ausencia de su señor recibe premio; el otro,
castigo.
Mateo utiliza dos
expresiones que nos indican que la parábola va dirigida a las prime- ras
comunidades cristianas: «mi amo tarda» y «vendrá su amo el día en que menos lo
espera y a la hora en que menos piensa». La expresión «mi amo tarda» refleja
bien la situación de una comunidad en la que ya no se espera el regreso
inmediato de Jesús.
La comunidad a la
que Mateo se dirige pertenece a la segunda generación cristiana, y ha perdido
la fuerza y el entusiasmo del principio. Ante ella comienza a tomar
consistencia el tiempo de la espera, que cada vez se hace más largo. Mateo
quiere recordar la certeza de la vuelta del Señor, que como el amo de la casa,
llegará en el momento menos pensado. El tiempo de la espera se convierte así en
el espacio para vivir según las enseñanzas de Jesús.
Todas las
sociedades crean mecanismos de control social que embotan las mentes de los
individuos con múltiples problemas y preocupaciones, reales o imaginarios. En
la actualidad asistimos a una avalancha de informaciones que atiborran la mente
y no las dejan atender a su propia vida. Jesús era perfectamente consciente de
la propensión de la naturaleza humana a dejarse envolver por las preocupaciones
y afanes para terminar sucumbiendo ante ellos. Por eso aconseja abandonar los
apegos, preocupaciones y cosas para despejar la mente y los sentidos.
La actitud
vigilante y despierta es necesaria para los cristianos del mundo de hoy. Pueden
dejarse envolver de preocupaciones inútiles descuidando el contacto cálido y
afectuoso con la comunidad y la finalidad de la obra evangelizadora.
La expresión “llanto y crujir de dientes”.
Es una descripción
genérica del castigo que aguarda a quien no cumple con el mandato del Señor:
«Será arrojado al llanto y el rechinar de dientes». Era una expresión común
para designar el castigo definitivo.
Se trata de una
fórmula del antiguo testamento que indica la rabia y desesperación de los
impíos al ver el estado de paz y amor en el que se encuentran los que han sido
buenos. No debe equipararse al concepto de «infierno»
«Maquinan los impíos contra el justo y rechinan sus dientes contra él»
Salmo 37, 12.
«El impío al mirar al justo siente enojo... rechina sus dientes, se
consume»
Salmo 112, 10
«Su rabia me desgarra y me persigue rechinando sus dientes contra mí»
Job 16,9