El leproso que regresa a dar gracias es un «samaritano». Este dato es muy
importan- te. Para comprenderlo, hay que saber quiénes eran los samaritanos.
Su
historia era esta: Cuando las tribus hebreas salen libres de Egipto (1250 a.C.)
guiadas por Moisés, se establecen en lo que ellos llamaron «La Tierra
Prometida» y que nosotros conocemos como Palestina (actual estado de Israel y
los territorios de la Autonomía Palestina). Los hebreos que llegaron de Egipto,
encontraron algunas tribus hebreas que no habían sufrido esclavitud en el país
del Nilo y que estaban establecidas en el centro de la Tierra Prometida.
El centro de Palestina es montañoso y de difícil acceso. Los habitantes
hebreos de esta zona central, agrupados en ciudades independientes, vivían del
asalto y del robo. Eran contratados como mercenarios.
David y Salomón
intentaron unificar el país, pero las tribus del norte se rebelaron contra el
centralismo excesivo de Jerusalén. Cuando murió Salomón la región de Samaría se
separó. Y así nació el «espíritu de Samaría», siempre contrario a los judíos.
La ciudad de Samaría fue fundada por el rey Omrí hacia el 880 a.C. Se instaló
en ella un culto pagano cuando realizó una alianza con las ciudades fenicias de
Sidón y Tiro. Durante la revolución de los guerrilleros judíos «macabeos»
contra los griegos, Samaría se sometió a las leyes griegas. Los judíos se
vengaron de la ciudad de Samaría destruyéndola en el año 108 a.C. Herodes el
Grande la reconstruyó el año 30 a. C. Preocupado de la unificación de su reino,
se casó con una princesa samaritana. El año 6 d.C. los samaritanos profanaron
el templo de Jerusalén, arrojando en él huesos humanos.
Los otros nueve, ¿dónde están?
Esta historia explica el odio de los judíos contra los samaritanos, «que
eran peores que los paganos»: «el que come el pan de un samaritano, come carne
de cerdo». Estaba prohibida la conversión de un samaritano al judaísmo.
Un
judío podía seguir el camino que atraviesa Samaría, pero a condición de no
hablar con nadie. La actitud de Jesús con respecto a los samaritanos, sorprende
por su libertad.
El único leproso que regresa a dar gracias por la curación es un
samaritano; es decir, un extranjero y un proscrito. El objetivo del relato es
mostrar el contraste entre el agradecimiento de uno solo (y encima samaritano)
y la ingratitud de los otros nueve. El samaritano ha vuelto (se ha convertido)
a dar gracias porque la fe le ha ayudado a ver. Esta parábola debería titularse
“El samaritano agradecido”.
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