En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo. Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche.»
Mateo 11, 11-15
COMENTARIO
La relación entre Juan el Bautista y
Jesús, tal y como nos ha llegado a nosotros (y leída un poco entre líneas),
ciertamente expresa una tensión en ocasiones equilibrada pero también llena de
peculiaridades propias de la época. El judeo-cristianismo del siglo I no estaba
exento de luchas (en el mejor sentido de la palabra) para poder dar a luz un
cielo nuevo y una tierra nueva, es decir, para intentar salir de las crisis que
atravesamos los seres humanos. Juan y Jesús son personajes de crisis que rompen
el sistema y marcan tendencia de civilización.
Hay un cierto tipo de religión indolora
(de copitos de nieve, ovejitas en el portal y angelitos desprendiendo de sus
alas chispitas de brillantina) que queda bien para unas cuantas horas de
deleite afectivo-familiar; necesario… todo hay que decirleo. Pero ya lo dice
Jesús: el Reeino de Dios sufre violencia. Expresión dura donde las hayas. Todo
lo que tiene que ver con el portal de Belén no puede estar rodeado de cabello
de ángel.
Creo que esta es la tercera conversión
que la Palaba nos ofrece esta semana: convertirnos de tantos elementos que des-humanizan
la vida cada día. Convertirnos de tantos “impulsos” negativos que van con nosotros
pero que violentan tanto la vida.
La capacidad de des-humanización del ser
humano (valga la paradoja) es mucha. Caminar en dirección contraria a lo que
nos plenifica como personas, aunque es absurdo, es real. Basta con identificar
cada mañana “miradas que no quieren cruzarse”, “palabras que no quieren
dirigirse”, “sentimientos que no quieren comprenderse”, “proyectos que dan
pereza emprenderse”, “`protagonismos que no quieren compartirse”…. Y tantas y
tantas cosas. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos valdría mucho
que nos preguntáramos si cada uno de los actos que vamos haciendo a lo largo
del día nos han hecho crecer con los otros o a costa de los otros.
Des-humanizarnos es navegar en dirección
contraria a lo que te hace persona. Elige tú en qué dirección quieres navegar y
cuánta fuerza te queda. O dicho de otro: modo elige tú para que utilizas tu
fuerza, para arrebatarte la vida o para conseguirte la vida.
La institución profética es decisiva para el judaísmo. Ua reflexión sobre los principales hitos proféticos puedes encontrarla aquí.Y también pulsando en este punto rojo de más abajo.