Parroquias de La Purísima Concepción (Alcadozo) y de Santiago Apóstol (Lietor) Albacete
EL EVANGELIO DE HOY Y MAÑANA, 4º DOMINGO CICLO B
EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
– «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó:
– «Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos:
– «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
– «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó:
– «Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos:
– «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Marcos 2, 21-28
COMENTARIO
Ya comentábamos el otro
día, en la lectura litúrgica diaria del evangelio de Marcos que llevamos entre
manos, este pasaje del evangelio. En el fondo poco más sustancial que decir.
Pero dado el alto precio de esta
suscripción que actualmente pagáis casi me obligo a insinuar matices del texto
que nos ayuden, más que a comprender, a vivir su significado.
Leyendo esta mañana varios
comentarios a este evangelio, al final, he encontrado una clave interesante en
torno a lo que admiraba a los contemporáneos de Jesús de su propia persona: y
esta clave no es otra más que el de ser un hombre que “hablaba con autoridad”.
Efectivamente, el hablar de
tu a tu con los demonios de su tiempo, y vencerlos, llevo a descubrirles a
aquella gente que Jesús no era un
“palabrero” más que inflaba de letras la vida; tampoco era un loro
socarrón que se sirve de las palabras de otro para repetirlas sin conciencia de
sí mismo; pero ¡ojo!, tampoco era un eficaz vendedor de sí mismo, triste
término en el que no pocas veces acaban nuestras apuestas de fama y “encandile”
personal.
¿En qué consiste entonces
el “hablar con autoridad de Jesús? Le cojo prestada la expresión a Enrique
Martínez Lozano: “el criterio para distinguir cuando nos encontramos en
presencia de quien "habla con autoridad" siempre será el mismo: su
palabra hace crecer a las personas en profundidad”.
Esa es la clave, no se
puede decir mejor. Jesús tiene autoridad ante los demás porque hace más digna
la vida del otro. No reclama atención para si, al revés, “despierta” la vida
del otro. No pide reverencia a su persona, al contrario, se pone a los pies del
otro. Como jefe cobarde, no envía a su ejército a luchar contra el mal
quedándose en la retaguardia, más bien, expone su vida en la lucha contra el
mal, sintiendo incluso su contradictoria derrota en la experiencia de la cruz. Por
eso es tan fuerte la cruz y tan “contracultural”, porque que la fuerza de su
persona “brille” en la cruz, no deja de ser una apuesta in-creíble e in-cierta.
Habría que hacer una ulterior
aplicación sobre “la autoridad de la Iglesia” en nuestro momento actual. Pero
después de escribirlo me he arrepentido; tengamos el fin de semana en paz.
Bastante tenemos con la ciclogénesis.
PD: La reflexión complementaria sobre este evangelio de hace unos días puedes encontrarla en el puntito de más abajo
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