Un voraz incendio de desató un día en lo profundo
de la selva, las llamas eran inmensas y lo consumían todo aceleradamente, sin
dejar rastro de vida a su paso.
Ante el inminente peligro y dado que el viento
ayudaba a la más rápida propagación del flagelo, la gran boa como la reina de
la selva, ordenó la inmediata evacuación de todos los animales de su reino, los
mismos que antes de recibir la orden, ya habían salido desesperados para poder
salvar sus vidas.
Mientras todos corrían en todas las direcciones sin
otra intención que ponerse a salvo de las llamas, un pequeño picaflor se
acercaba a un estanque, recogía unas gotitas de agua en su pequeño pico y
volando muy cerca del incendio, dejaba caer las gotas de agua sobre el fuego.
El pequeño picaflor se pasó así mucho tiempo, se lo
veía cansado, pero él continuaba recogiendo agua para querer apagar el fuego,
más en la desbandada de los animales, nadie reparaba lo que el picaflor estaba
haciendo, hasta que de pronto un veloz jaguar que pasaba corriendo desesperado
por ahí, se detuvo, miró la acción del picaflor y enojado le llamó la atención.
- Pero que crees que estas haciendo, es una
estupidez pensar que tú podrás solo apagar tan terrible incendio con solo unas
pocas gotas de agua, estas loco, eso es imposible, estas perdiendo tu tiempo y
arriesgando tu vida por nada, esto es una locura deja de hacerlo, vamos
sálvate.
- Si, es posible que no logre apagar el incendio
con mi esfuerzo, -dijo tranquilamente el picaflor- pero no es por nada, pues lo
que importa es que yo sé muy bien que estoy haciendo mi parte por salvar mi
mundo que está siendo destruido. En lugar de cuestionar mi actitud, deberías
preguntarte, que es lo que tú estas haciendo por salvar tu mundo; así que deja
de criticar y únete a mí, ven a ayudarme.