En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y m¡ criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»
Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y m¡ criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»
COMENTARIO
He de deciros que San Lucas me ha dejado resacoso "bíblicamente
hablando". La tensión (violencia) del final de su evangelio, contrasta con
el "parsimonioso" y soso Mateo que empezamos hoy.
Paciencia.
Con la fe puede pasarnos como con la cebolla, que
buscándola tanto, desaparezca y sus restos en nada se parezcan a lo que
deseábamos. Hay cosas que no tiene “centro”: o son o no lo son.
Preguntarse por el “sentido de la fe” es tan tortuoso como cuestionarse el
sentido que tiene dar un beso antes de darlo. No digo yo que no pueda pensarse,
pero acabas antes dándolo, te apasionas o te desengañas y punto. Luego ya
teorizas todo lo que quieras. Pero ciertos aspectos de la vida
requieren de una práctica previa a la teoría. La fe, como el beso,
primero se siente, se experimenta, y luego se piensa. Lo contrario nos
convierte en filósofos de gabinete a quienes lo que menos les interesa es la
vida que tienen delante.
En el evangelio de hoy, el diálogo es corto y
claro. No hay raciocinio; simplemente petición y respuesta, conciencia de los
límites y decisión. El centurión sabe que no es judío, de ahí la
conciencia de su indignidad, pero tal indignidad no es dificultad para
la sanación de uno de los suyos. Más allá de las periferias doctrinales
entre judíos o gentiles, creyentes o agnósticos, progresistas o
conservadores, el centurión se sabe necesitado y encuentra en Jesús
alguien que le puede ayudar. ¿Por qué? Quizás porque Jesús se había hecho de
fiar más allá de los credos y ortodoxias de turno. Y es que al final lo que
importa es la vida, no la doctrina (Primum vivere, deinde
philosophari - Primero vivir y luego filosofar).
La experiencia de la fe originariamente se nutre de
algo tan sencillo como encajar y encajarte en la vida. De ahí la palabra
central de esta primera semana de adviento; mirad, vigilad, estad atentos, que
no te pasa nada desapercibido. La fe, como actitud, requiere de
atención, decisión y pasión.
Es verdad, hay dos maneras de estar atentos a
la realidad, como buitres carroñeros, para aprovecharse de las vidas frágiles y
rematarlas, o como niños que todo lo miran y todo lo tocan cuando comienzan a
conocer su entorno y a situarse en el.
Por eso, una pregunta para hoy:
¿Cuáles son las actitudes que definen mi atención a la
realidad: las del buitre o las del niño?
Os sugiero también hoy el comentario más técnico de
Jose María Castillo donde la fe aparece como un valor, y la religión como una
"estructura" de liberación . Podéis leerlo aquí.Y también pulsando en este punto rojo
de más abajo.