Parroquias de Alcadozo y Liétor: marzo 2016

JUEVES DE LA I SEMANA DE PASCUA. EL EVANGELIO DEL 31 DE MARZO


EVANGELIO
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: - «Paz a vosotros.» Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: - «¿Por qué os alarmáis;" ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.» Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

"Que me bese con los besos de su boca" (Cantar de los Cantares 1,2). A propósito del tacto en las apariciones de Jesus resucitado.

Me llama curiosamente la atención la obsesión por el “tocar” que podemos rastrear en las apariciones de Jesus resucitado a sus discípulos. El “tocar” aparece como garantía de una presencia.

MIÉRCOLES DE LA I SEMANA DE PASCUA. EL EVANGELIO DEL 30 DE MARZO

EVANGELIO
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»
Ellos se detuvieron preocupados.
Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?»
Él les preguntó: «¿Qué?»
Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»
Entonces Jesús les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?»
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Lucas   24, 13-35

COMENTARIO

Los discípulos de Emaús, otro colosal texto de la Pascua. Si os dais cuenta se trata del mismo esquema utilizado por el texto de ayer: una cierta “normalidad” vital por parte de los discípulos, Jesús se les aproxima (se les hace prójimo), ocurre el no-reconocimiento confundiéndole con un forastero, diálogo, comida y cuando lo re-conocen se les escapa (Otra versión distinta del "noli me tangere – no me toques").

Es verdad que tenemos dos avances, dos matices más, en relación con el evangelio de ayer: se trata de dos discípulos (no uno), y hay una comida (fracción del pan). Éstas son las pistas de hoy.

En el fondo, el interés de la comunidad cristiana cuando nos propone este “acontecimiento” de Emaús no es otro más que afirmarnos dos convicciones: en primer lugar, frente al judaísmo, Cristo es el Mesías, el que tenía que venir, no hay duda. De ahí el interés en “repasar” por el camino cómo este Mesías estaba ya pre-figurándose a lo largo de toda la Escritura (…y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura).

En segundo lugar, y mucho más importante: le reconocen al “partir” el pan. Lo ocurrido en la última cena no debió pasar muy desapercibido a pesar de la tensión existente que debió existir. La última Cena, probablemente, no fue para los discípulos una Cena normal, ni Última. Cayeron en la cuenta de que el “sentarte-con” iba a ser algo fundamental a partir de ese momento si querían re-conocer a Jesús vivo y si querían ser re-conocidos ellos mismos como discípulos del Maestro. De ahí que, dicho sea con mucho respeto, o nos sentamos a la mesa de la Eucaristía  con relativa frecuencia y comemos (comulgamos), o nos estamos perdiendo una parte emocionante de la fe cristiana.

Y en tercer  lugar -y esto si que es determinante, asombroso y emocionante al mismo tiempo-, aquellos de Emaús debieron sentir que hay una “forma de partir el pan” que expresa “una determinada forma de vivir”. Partir el pan es algo más que comer, partir el pan es “dar de comer”. Cuando Jesús partió el Pan, debieron ver reflejado en aquel gesto todo lo que había supuesto la vida histórica de Jesús: una historia de donación y entrega.

Esta es la pista determinante de hoy: la memoria de la Última Cena, (nuestra) Eucaristía, es lugar en el que re-conocemos al Viviente. Pero “comer en ella” (comulgar) no es sólo masticar, sino convertirte en “pan para otros”: “lo mismo que yo he hecho con vosotros, hacedlo también entre vosotros”.

Da pena pensar que Judas, quizás, se perdiera esto por no haberse quedado un ratito más.

PD: Os remito a otro comentario de este mismo evangelio.




MARTES DE LA I SEMANA DE PASCUA. EL EVANGELIO DEL 29 DE MARZO




EVANGELIO
“En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: Mujer, ¿por qué lloras? Ella les contesta: Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto. Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré. Jesús le dice: ¡María! Ella se vuelve y le dice: ¡Rabboni!, que significa: ¡Maestro! Jesús le dice: Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro. María Magdalena fue y anunció a los discípulos: He visto al Señor y ha dicho esto”.

Juan   20, 11-18

COMENTARIO
En más de una ocasión he comentado que me fascinan los textos de las apariciones de Jesús Resucitado.

LUNES DE LA OCTAVA DE LA I SEMANA DE PASCUA. EL EVANGELIO DEL 28 DE MARZO

EVANGELIO
En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: "Alegraos." Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: "No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán." Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: "Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros." Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

Mateo 28, 8-15

COMENTARIO

Probablemente me salga un comentario feminista, no es mi intención. Pero resulta que en los momentos cruciales de la vida de Jesús, los hombres dudan o discuten y las mujeres se admiran y se ponen en camino.

¿Recuerdan el nacimiento de Jesús? Zacarías, el marido de Isabel y padre del Bautista se queda mudo del susto y José tiene que recurrir a un sueño para aclararse. Sin embargo María e Isabel, madres de Jesús y de Juan se alegran, se ponen en camino y les vibra su cuerpo.

Lo mismo ante el nuevo parto, el que surge del sepulcro. Los hombres discuten sobre el sepulcro vacío y el robo del cadáver; sin embargo las mujeres se ponen en camino hacia Galilea, el lugar en el  que comenzó todo; olvidan la capital, Jerusalén (las capitales están llenas de tonterías) y rehacen, deshaciéndolo y volviéndolo a construir, el mensaje de Jesús.

Hoy es un buen día para apuntarnos al género masculino o al femenino. Todos tenemos un poquito de todo. Ni los varones lo son tanto ni las “varonas” (perdón) lo son tanto. Y lo que tenemos que reflexionar hoy es  si, junto a nuestra capacidad de analizar y discernir sesudamente las cosas, tenemos activada en nuestro corazón la capacidad de admirarnos y alegrarnos.

Resulta demoledor para la vida someterlo todo al cálculo; también resulta demoledor para la fe, porque la fe la expresamos y la sentimos en la vida.


El acontecimiento de la resurrección de Jesús para sus discípulos requería haberse enamorado de su mensaje en la vida. Entonces, y sólo entonces, la muerte no era derrota, sino comienzo de una historia que irremediablemente tiene que ser “mi historia desde Él”.