“El
amor no tiene envidia"
Sanando
la envidia
95.
Luego se rechaza como contraria al amor una actitud expresada como zeloi (celos,
envidia). Significa que en
el amor no hay lugar para sentir malestar por el bien de otro (cf. Hch
7,9; 17,5). La envidia es una tristeza por el bien ajeno, que muestra que
no nos interesa la felicidad de los demás, ya que estamos exclusivamente concentrados
en el propio bienestar.
Mientras
el amor nos hace salir de nosotros mismos, la envidia nos lleva a centrarnos en
el propio yo. El verdadero amor valora los logros ajenos, no los siente
como una amenaza, y se libera del sabor amargo de la envidia.
Acepta que cada uno tiene dones
diferentes y distintos caminos en la vida. Entonces, procura descubrir
su propio camino para ser feliz, dejando que los demás encuentren el suyo.
96.
…El amor nos lleva a una
sentida valoración de cada ser humano, reconociendo su derecho a la felicidad.
Amo a esa persona, la miro con la mirada de Dios Padre, que nos regala
todo «para que lo disfrutemos» (1 Tm 6,17), y entonces acepto en mi interior que pueda
disfrutar de un buen momento.
Esta misma raíz del amor, en todo caso, es
lo que me lleva a rechazar
la injusticia de que algunos tengan demasiado y otros no tengan nada, o
lo que me mueve a buscar que también los descartables de la sociedad puedan
vivir un poco de alegría. Pero eso no es envidia, sino deseos de equidad.
(Exhortación Apostólica “La Alegría del Amor” Amoris Laetitia, 95-96)