EVANGELIO
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
–Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo poda para que dé más fruto.
Vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él; ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.
–Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo poda para que dé más fruto.
Vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él; ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.
Juan 15, 1-8
Ciertamente, las imágenes que
utilizaba Jesús para hablar de Dios contrastan con los conceptos que más tarde
se impusieron en la comunidad cristiana para definirlo. Hace poco le escuché a
alguien decir que quizás la "doctrina" cristiana hubiera sido distinta
si en vez de fijar conceptos en el Credo, hubiéramos ofrecido imágenes.
La semana pasada era la imagen del
buen pastor y el rebaño. Esta semana es la imagen del labrador, la vid y
los sarmientos. ¡Quién sabe si esta imagen de hoy no es una bella expresión
de la Trinidad cristiana!
Según he leído (porque práctica no
tengo en el oficio), la vid tiene dos características interesantísimas: en
primer lugar es una planta cuyos pámpanos tienden a torcerse y doblarse
como buscando permanentemente cobijo en el propio lugar desde el que
brotan; en segundo lugar, se trata de una planta que ha de podarse casi
de raíz porque si no todo su potencial para dar fruto se vería
ahogado; la clave de que dé fruto es su adecuada y continua poda.
Ciertamente no pudo encontrar Jesús
una imagen mejor para hablar de la condición humana. Somos
sarmientos llamados a dar fruto, pero
permanentemente referenciados a la matriz de la que venimos. Y
esa matriz es la garantía de nuestra fuerza. Un sarmiento no podado
acabaría por no dar fruto.
Cuando traemos el texto al hoy
de nuestra vida, creo que nos sugiere dos características para
nuestra experiencia cristiana.
La primera de ellas es que en
tiempos como los nuestros en los que hemos descubierto el valor de ser
autónomos hasta el extremo, viene a recordarnos esta imagen que
es bueno tener una sana conciencia de pertenencia: al mundo, a la
sociedad, a la iglesia, a la familia, a la comunidad. No somos más cuanto
menos necesitamos de otros; al revés, eres un ser maduro cuanto más caes en la
cuenta de que "necesitas" y "te necesitan".
En segundo lugar, la clave de la
vida no está en apropiarte de ella como dueño y señor de la misma.
Al revés, saberte poner cada día en crisis (podarte), es la única
manera de crecer, frente aquellos que extasían su vida a base de la continua
mirada auto- complaciente.
Con razón, el fruto de la vid, el
vino, des-inhibe tanto.
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