Parroquias de Alcadozo y Liétor: noviembre 2020

EVANGELIO DEL LUNES 30 DE NOVIEMBRE. FIESTA DE San Andrés.




EVANGELIO
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo:
-«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Mateo  4, 18-22

EVANGELIO DEL DOMINGO 29 DE NOVIEMBRE. SEMANA 1 DE ADVIENTO



EVANGELIO 
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–«Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»

Marcos   13, 33-37
COMENTARIO

Es curiosa la llamada a la vigilancia presente en la primera comunidad cristiana. El evangelio de hoy se sitúa a las puertas de los relatos de la pasión de Jesús. Me imagino que se preguntaría por el desenlace que le esperaba dada la forma de vida que había llevado. Aún así, no hay queja sino expectativa.

 

Por eso, ni el juicio, ni la resignación, ni la queja constituyen el centro de la vida del creyente. El cristiano se caracteriza por la atención y por la vigilancia. Y la vigilancia es la suerte de quienes tienen expectativas, es decir, de los que tienen esperanza. Estoy convencido que hay tantas maneras de vigilar como formas de esperar.

 

En ocasiones el creyente ha de ser como el vigilante de un museo; callado, sereno, tranquilo…muy tranquilo, la verdad, hasta el punto de ser inapreciable su presencia. Pero, en el momento en que alguien rebasa el espacio de seguridad de una obra de arte... allí está advirtiendo de la infracción. Y es que esperar es la actitud lúcida de quien sabe cuándo ha de estar paciente y cuándo agente; cuándo hay que llorar y cuando reír; cuando hay que pronunciar la palabra adecuada o valerte del silencio revelador. 

 

Otras veces el creyente ha de ser como el científico ante un microscopio. El científico vigila al objeto que investiga minuciosamente y sabe de sus comportamientos aparentemente imperceptibles. El mundo que se ve vigilando con un microscopio escapa a la percepción normal y cotidiana. Hay mucha vida que está delante de nosotros cada día y no la vemos. Es muy típico el comentario que hacemos ante alguien que nos sorprende con actitud, y entonces le decimos: "en el fondo... eres buena persona". Esperar, también significa ejercitarse en el noble arte de saber mirar lo pequeñoel fondo, lo inexplorado de quién tenemos a nuestro lado.

 

Y también, el creyente ha de emular a los marineros vigías que subidos en la cofa de un barco avistaban tierra. Aún les quedaba trecho por recorrer, pero la ilusión por la llegada futura bien les merecía la pasión del embregado presente. Las personas necesitamos tener ilusiones, sueños y puntos de llegada posibles que, en sana tensión vital, nos recuerde que el esfuerzo de cada día no es irrelevante, sino más bien conveniente.

 

 

 

EVANGELIO DEL LUNES 23 DE NOVIEMBRE. SEMANA 34 DEL TIEMPO ORDINARIO.



EVANGELIO
En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: «Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

Lucas 21, 1-4

COMENTARIO

Después de leer este texto siempre me he preguntado en qué quedaría la viuda, porque viuda y sin sus dos últimos reales, su destino era más que problemático.

Ya sabemos que una viuda en tiempo de Jesús era el prototipo de la exclusión social; mujer, y sin marido. Menos no se podía ser (en aquel tiempo, me refiero). Si además echó en el cepillo todo lo que tenia para vivir… y no constando que en aquel tiempo existieran pensiones no-contributivas… el desenlace fue total.

¿Cuál es entonces la clave del texto? Parece claro… la viuda es Jesús. Jesús ve a la viuda en el templo después de que él se haya enfrentado a los poderes de los sacerdotes, y contemplándola a ella se vio a sí mismo. 

Jesús volcó toda su fuerza provocadora contra el templo con el que se encontró en su momento histórico. No estaba dispuesto a consentir un templo (un dios, una religión) así. Ante aquel templo quemó todas sus naves. El templo no podía ser ni negocio, ni entretenimiento, ni "consumo". Un templo convertido en eso era un templo prostituído. De ahí esa crítica tan radical de Jesús y esa "apuesta" tan decidida a morir por el templo ("ha echado todo lo que tenía para vivir").

Jesús cayó en la cuenta en ese instante de que hay parcelas de la vida que no admiten medias tintas. En ocasiones es o todo o nada. Y Jesús sintió que aquello en lo que había invertido toda su vida se le “había revuelto”. 

Por eso Jesús es creíble, porque no se había reservado nada. Él no daba lecciones ni mucho menos órdenes; tampoco jugaba a ser líder cantarín de efímeros proyectos de baja intensidad. Lo suyo era revolucionar el templo hiriéndolo en todo su centro: la “casta” judía del momento. Desde esta perspectiva la garantía del triunfo del proyecto de Jesús está en su muerte. Así de paradójico. Así de real.

La religión de Jesús tiene este continuo punto incómodamente paradójico y conflictivo. Recordad: Jesús es rey, pero no es coronado con tiara papal sino con corona de espinas; Jesús utiliza un trono, pero que no es una sede santa sino un madero ignominioso; Jesús anuncia el reino con el signo de un banquete esplendoroso, pero a las postre, dicho banquete, fueron los escuetos signos de un mendrugo de pan, y un trago de vino.

Esta es la conflictividad permanente del cristianismo...y su ambigüedad. No es raro que desconcierte, porque tal desconcierto es signo de estar en el buen camino.

DOMINGO 22 DE NOVIEMBRE. SEMAMA 34 DEL TIEMPO ORDINARIO.


EVANGELIO 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
"Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme."
Entonces los justos le contestarán:
"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?"
Y el rey les dirá:
"Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."

Y entonces dirá a los de su izquierda:
"Apartaos de mí, malditos, id al fue o eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis."
Entonces también éstos contestarán:
"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?"
Y él replicará:
"Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo."

Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»

Mateo   25, 31-46
COMENTARIO

Hay dos grandes preguntas "modernas" de la fe que se contestan con dos respuestas "postmodernas". Y la clave de este engranaje esta en el evangelio de hoy. Me explico.

 

Quien pretende "defender" su opción cristiana de fe, generalmente siempre se encuentra con alguien que le espeta estas dos cuestiones: "¿para que sirve la fe?, ¿cómo justificas que ese Dios del que hablas es verdadero y no una invención de tu imaginación?".

 

Ante estas dos cuestiones "modernas", el que habla solo el clericalés (idioma típico de los curas) tiene en ocasiones la tentación de huir, o cuando menos, tiene la tentación de decir que "esto es cuestión de fe y que cuando el Señor llama estas cuestiones ni se preguntan, porque bien sabe Él lo que se hace".

 

Esta clericalesa respuesta, no está mal para quien conoce tal idioma, pero normalmente, el "moderno" que pregunta precisamente la hace porque desconoce dicho dialecto bastante enigmático, por cierto.

 

Creo que el evangelio de hoy sugiere una respuesta en "postmoderno". 

 

¿Para que sirve la fe?: pues muy fácil para que aquellos que la sientan se vuelvan más humanos y más hermanos. El objeto de la fe no es ni el más allá, ni la patria eterna de la que ahora somos peregrinos. Eso es una bienintencionada bobada buenista históricamente estéril. 


El objeto de la fe es el más acá del rostro del prójimo, y especialmente del prójimo cuya identidad social se encuentra desfigurada ("cada vez que lo hicisteis con uno de mis hermanos más débiles, conmigo lo hicisteis").

 

¿Cómo justificas que ese Dios del que hablas es verdadero y no una invención de tu imaginación?: pues mira, no lo sé. Ahora bien, lo que si que sé es que yo nunca creeré en un dios que me exija subir a un monte muy alto respirar hondo y llenarme de él; tampoco creeré en un dios que tenga necesidad de rodearse de sombras mistéricas, voces de ultratumba y sinergias medioambientales; y tampoco creeré en fantasmas ennegrecidos por la ranciez del tiempo que dicen ser oráculos del todo. 


Humildemente, es decir, "postmodernamente", prefiero creer en un dios que me pide cosas sensatas tales como aclarar mis sentidos vitales, para poder captar la realidad tal cual es y actuar en consecuencia.

 

Y es que, al final, la propuesta de Jesús invita a afinar nuestros elementales sentidos: 


*el sentido del gusto, para aprender a no engullir la comida vorazmente sino a compartirla con delicadeza con quien la necesita; 

 

*el sentido del oído, para acertar a entender los lenguajes de los forasteros del siglo XXI, y prestar mis oídos a maneras de pensar, de ser y de vivir que no comparto pero que están ahí; 

 

*el sentido del tacto, para no dictar recetas externas y vaciadas de ternura y calor a quienes sufren innumerables e innombrables faltas de libertad y se encuentran presos de la vida; 

 

*el sentido del olfato, para detectar el olor a sufrimiento detrás de tanta cosmética que casi nos obliga a disimular nuestras amarguras; 

 

*el sentido de la vista, que me permite ver más allá de las apariencias de fuerza y seguridad, con la que nos revestimos las personas la desnudez de nuestro “yo” a veces tan líquido y tan débil; 

 

*y…. el sentido común…. el sentido común para poder pensar que… de momento… no sentimos más vida que la que cada mañana nos acoge y, o nos encargamos de hacerla agradable a los demás, o nos veremos “fuera de juego” de esta historia pensando que vamos los primeros a la otra vida.